Que noche la de aquel día. Y qué tarde. Y este es el punto de partida de la segunda edición de la Copa de Europa. El amor del madridista madrugador, con la calma nerviosa de un sábado a la hora de emprender y lograrlo todo. El día amanece en el fresco, con un intervalo que tendrá lugar en junio. En cierto modo, los jugadores de Wembley eran un trozo de Wembley, como Wembley que lo era, y era otro futbolista: el Santiago Bernabéu.
Para ir a Cibeles era necesario, como dice el poeta, una velada de gritos y jolgorio en la puerta del Bernabéu. En Concha Espina, cerca de Castellana, dos malagueños, dos ganadores, aparecen delante de un simbólico autobús londinense. Nada, querido lector, es libre. Ni gratuito fue el ambiente de la noche de la Champions en el Bernabéu, aunque el balón recorrió 1.730 kilómetros: en la Pérfida Albión y en una de las catedrales de este deporte.
Todo ello hace que Alberto y Juan no pierdan detalles, también, de su Málaga en la lucha por la remontada en la segunda parte. Había ruido, mucho ruido, sano ruido, como en la canción de Sabina. Padres con hijos, despedidas de solteros, había un arquitecto, José Sáiz; un tipo que en la provincia de Cuenca creó un museo de réplicas de los jugadores del Madrid, del estadio… Un primer hombre y un primero en el arte y su museo/garaje para que alguien le devuelva la bolsa, que nadie ha dicho que vocaciones No debería tener una contrapartida.
Gente peculiar como Sáiz pululaba en la puerta del templo madridista; Desde Tarbes, sur de Francia, venían Ulises y compañía. Un grabador procedente de Occitania y medios españoles que lo había hecho en solitario para la siguiente etapa de una entrada. En el camino virtual, Ulysses y sus amigos se han transformado en un grupo de hip-hop, desafiando al click oa no se sabe qué.
Caramarse a la diosa
Muy bien, dispuesta como está para la boda, Anabel, jiennense, buscaba entrar desesperada al recinto. Su propuesta fue someterse a donde fuera, tocar el piano, y Puedes caminar hasta Ayuso para viajar a Cibeles.. Que Nadie frene las vocaciones inquebrantables.
Ante los roncos y los ganadores de la noche, queda material humano por aclarar. La tercera estampa fue la de Iván, pintando la cara a su hijo, su hijo pintándosela a Iván, et tout en un remanso de paz: bajo el campanario enladrillado de Padre Damián. Su cervecita, y la ilusión del niño, son conscientes de un momento histórico. El primero.
Y en el estadio todo está como nuevo. También está el rastro de Taylor Swift, quien se detuvo y dejó su recuerdo en el aire. La cancha presenta una cancha llena, unas calvas azules y una alfombra verde, con las líneas de juego, donde hay un artefacto con cuatro pantallas y muchas voces altas. No era tan alto como la Luna pero, hacia arriba, llegaba como a los pies del tercer anfiteatro. El armamento está colocado en el circuito central. Además, Miki Nadal salió vivo respetando el fragor del partido, que parece tener diferencia entre jornadas. El aragonés fue calificado de exquisito “orador”; no fue ni cansino ni lacónico. Dios está allí primero.
la gran marcha
Al finalizar el encuentro, Miki Nadal anunció que tenía un tiempo para incorporarse a la camiseta oficial. Porque las camisetas se pusieron antes de que llamaran (más) a Butragueño. De Raúl o también de Juanito (QEPD). La noche que transcurre la noche transcurrirá, por ejemplo, con David, simpático hombre del mesón, que invitará “a bravas” a Soto del Real en el restaurante de su mujer. En David, el colmillo y la vara fueron objeto de abusos. Levitaba, se podría decir. Pero eso no lo impidió: el primer partido el Madrid había jugado con una caraja sin vista.
Euforia tiene lo que se necesita. Si a la euforia se le añade ron malo, la cosa empeora. Porque el hierro está listo para saquear a los diablos internos y, llega el escapulario del cronista que el cronista lleva como tal, un individuo nada menos que el “terrorista” llamarle. Todo informante es un terrorista según esta lógica dipsómana. Luego, nuestros amigos están felices de perderse entre los individuos; y sin embargo la pérdida es algo divino, si se quiere hacer “borrón y cuenta nueva”, se hace y se aborda mejor con conciencia de Serena.
La gran marcha a Cibeles desde el Bernabéu no se hizo larga. La policía nacional abrió sus puertas con las «lecheras», y los más «cafeteros» las mantuvieron a paso legionario. En las nuevas consejerías, nada más pasar el escalón alto, las bengalíes y los petardos daban por la noche un “no sé qué” Levantino. A la peregrinación se suman dos holandeses, ferreos madrileños pero residentes en Amsterdam, hermanos de apellido Haan. Sonaban más y más bombas, y nadie miraba atrás. Me llevaron para ir a Cibeles. Posteriormente, pasando la multitud, que sabe cocinar la vida a una paellera de butano y sobre ella, a la plancha, cocinaré la chachinaa que dejaban La Castellana con aroma a verbena de grosella negra.
Malas intenciones
Eso en lo admirable. Por eso, al final de los Mingitorios, contemplaban a varios individuos dibujando una línea urinaria y acercándose a los estatutos de don Juan Valera y Valle, quienes se entusiasmaban con la evacuación literaria. La policía está comprobando, tengo que pasar por el 'whiskicitos', que no las botellas. Un zumbido danzante para encima del noble y berlanguiano Palacio de Linares, cuyas balconadas, abiertas, tenían espectadores privilegiados. Hubo abucheo en Puigdemont, y los pequeños remedian la gloriosa regata de Vinicius. En Wembley se convirtió en algo mentiroso a la salida, y por eso los británicos vendieron la perfección como propia. Aquí, dos aficionados del Borussia, juntos en Chicote, conviven entre el pitorreo y la amistad de los pueblos.
Hubo quien la cara llevaba malas intenciones y quien confundió el torno de Cibeles con un fumador de opio y/o con botellódromo. Demasiado para eso. La condición humana en plenitud. En una tarde y una noche de gloria.