En Camp David, como en los grandes momentos de la diplomacia estadounidense, el presidente Joe Biden ha recibido este viernes al primer ministro de Japón, Fumio Kishida, y al presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, para abrir lo que han llamado “una nueva era de cooperación” trilateral. Biden ha hecho un esfuerzo para aprovechar la mejora de las relaciones entre Seúl y Tokio y crear un frente común que sirva de contrapaso a la hegemonía china en Asia y a la amenaza de Corea del Norte. Los tres líderes han alcanzado acuerdos en materia de seguridad que despiertan recelos en Pekín.
Biden ha insistido en la vocación de permanencia de la alianza: “No se trata de un día, una semana o un mes. Se trata de décadas y décadas de relaciones que estamos construyendo”. Es una relación “para siempre”, según ha dicho, remarcando el carácter “histórico” que a su juicio ha tenido la cumbre. Los tres líderes han firmado una declaración, el Espíritu de Camp David, en la que plasman los acuerdos concretos, pero en la que también denuncian lo que consideran un “comportamiento peligroso y agresivo” reciente del Gobierno de Pekín en relación con “reivindicaciones marítimas ilícitas en el Mar de China Meridional”.
Washington sostiene que la cumbre bilateral no es contra nadie. “Esta cumbre no ha sido sobre China”, ha dicho Biden, y un mensaje parecido ha expresado Kishida. Pero China se da por aludida, y no solo por las menciones en la declaración final. Ya lo puso de manifiesto esta semana el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores y este miércoles el Global Times, en la órbita del Partido Comunista Chino, sostenía que los tres países están formando “una estructura de mini OTAN que será destructiva para la seguridad regional, complicando la situación con más conflictos”, citando a expertos chinos en relaciones exteriores.
Estados Unidos rechaza de plano ese planteamiento: “No es una OTAN para el Pacífico. Ya lo hemos dicho. Seguiremos insistiendo en ello, al igual que Japón y Corea”, ha señalado el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, este viernes.
“Reforzar los lazos entre nuestras democracias es para mí una prioridad desde hace mucho tiempo”, ha dicho Biden al comienzo de la cumbre. “Nuestros países son más fuertes y el mundo será más seguro si permanecemos unidos”, ha añadido. En la comparecencia posterior a la reunión, Biden ha subrayado que Corea del Sur y Japón “son aliados capaces e indispensables”. “El compromiso de Estados Unidos con ambos países es férreo”, ha subrayado.
“Nuestra asociación trilateral está abriendo un nuevo capítulo que, en mi opinión, reviste gran importancia”, ha señalado Yoon. “La mayor coordinación entre Corea, EEUU y Japón requiere unos cimientos institucionales más sólidos. Además, los desafíos que amenazan la seguridad regional deben abordarse con un mayor compromiso de trabajo conjunto”, ha añadido el presidente surcoreano, que también ha calificado la jornada de “día histórico”.
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El primer ministro japonés, Fumio Kishida, ha coincidido en que se estaba haciendo “historia” con la cumbre y que “la comunidad internacional se encuentra en un momento crucial”. Los dirigentes se han referido expresamente a la competencia geopolítica, la crisis climática, la guerra de Rusia contra Ucrania y las provocaciones nucleares como contexto.
Los tres líderes han acudido a la cumbre sin corbata, de acuerdo con el escenario de la reunión, la residencia presidencial rústica de Camp David, en las montañas de Maryland, a algo más de una hora de distancia de Washington.
Maniobras militares
El núcleo central de la nueva relación trilateral son las cuestiones de seguridad, aunque también hay aspectos económicos, tecnológicos, de salud y un mecanismo de alerta temprana para las interrupciones de la cadena de suministro. Los dirigentes se comprometen a llevar a cabo un proceso de planificación plurianual de las maniobras militares en todos los ámbitos: aéreo, terrestre, marítimo, submarino, cibernético, etcétera, “llevando la cooperación trilateral en materia de defensa a niveles sin precedentes”, ha dicho Biden.
Los tres países redoblarán el intercambio de información, incluida la relativa a los lanzamientos de misiles, las actividades cibernéticas y el lavado de criptomonedas de Corea del Norte. “Lo que es más importante, todos nos hemos comprometido a consultarnos mutuamente y responder con rapidez a las amenazas contra cualquiera de nuestros países, cualquiera que sea su origen. Eso significa que tendremos una línea directa para compartir información y coordinar nuestras respuestas siempre que haya una crisis en la región o que afecte a cualquiera de nuestros países”, ha dicho el presidente de Estados Unidos.
Biden también ha señalado el compromiso compartido de “mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán y de hacer frente a la coerción económica” y defender la resolución pacífica de las controversias. en el Mar de China Meridional. Además, se ha referido a “la posible transferencia de armas en apoyo de la brutal guerra de Rusia contra Ucrania” por parte de Corea del Norte, pues Estados Unidos sospecha que Pyongyang pueda facilitar tecnología de misiles a Moscú.
El presidente de Estados Unidos ha elogiado también la valentía de Yoon y Kishida al estrechar las relaciones entre sus dos países. Ambos son los principales aliados de Washington en la región y el hecho de que no se entendiesen entre sí siempre ha supuesto un problema para Estados Unidos.
Japón y Corea del Sur han mantenido unas relaciones de recelo, desconfianza y frialdad que proceden de los 35 años en que la península coreana fue colonia japonesa y de la II Guerra Mundial, en particular por el agravio de la esclavitud sexual. Decenas de miles de mujeres fueron engañadas u obligadas a prostituirse en los burdeles del ejército imperial japonés.
Desde su llegada al poder, Yoon se ha esforzado por mejorar las relaciones con Japón. La amenaza común de Corea del Norte y la invasión rusa de Ucrania han contribuido a acercar a dos aliados naturales en la región. Biden quiere que esa mejora se consolide y mantenga en el tiempo y cree que una relación trilateral estrecha puede contribuir a ello. En su primer viaje a Asia, en mayo de 2022, Biden visitó tanto Seúl como Tokio, provocando el malestar chino.
Lo que no se ha fijado como objetivo explícito, ni siquiera a largo plazo, una alianza trilateral formal. “Tenemos alianzas bilaterales sólidas y profundas desde hace décadas tanto con Japón como con la República de Corea. Nos gustaría que siguieran reforzando su cooperación y que esta cooperación a tres bandas se profundizara e institucionalizara”, ha dicho.
La cumbre es la primera que se celebraba en la residencia de Camp David, escenario histórico destacado de la diplomacia estadounidense, desde 2015, cuando el entonces presidente Barack Obama recibió a las seis naciones del Consejo de Cooperación del Golfo para asegurarles que Estados Unidos estaba comprometido con su seguridad.
Biden resalta así la importancia que da a la región Indo-Pacífica, a sus relaciones con estos dos líderes y a su cooperación trilateral. “Esta es la primera cumbre que celebro en Camp David como presidente”, ha subrayado. “No se me ocurre un lugar más apropiado para comenzar el próximo año, nuestro próximo año de cooperación que un lugar que simboliza desde hace mucho tiempo el poder de los nuevos comienzos y nuevas posibilidades. En los meses y años venideros seguiremos aprovechando esas posibilidades juntos, inquebrantables en nuestra unidad e inigualables en nuestra determinación”, ha concluido.
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