Carolina Marín no quiere más cosas: en semifinales sin duda

Carolina Marín no quiere más cosas: en semifinales sin duda

Tras el cante en octavos, tres sets y muchos éxitos ante la estadounidense Beiwen Zhang, ya no pide sorpresas Carolina Marín. Quedó un año de esperanza tras el último encuentro con los jugadores, y una lesión muy complicada en la potencia, y no voy a dejar pasar esta oportunidad de recuperar el trono olímpico. Sin dudas ni remordimientos, vencí a la japonesa Aya Ohori por 21-13 y 21-14 y me llevé las medallas al domingo. Pasa el pabellón Porte de la Chapelle hasta la planta de grupos, todo es un león. El público se divide entre las tres pistas, las partes simultáneas y también musicalizadas simultáneamente, con voces distintas para distinguir este duelo del que nos vestimos. Pero es una fase superada, con el inicio de las eliminatorias, han desaparecido las huellas de los laterales y sólo la del centro. Y al mismo tiempo que los granos de arena desaparecen, se queda un silencio absoluto en el momento en que el volante está en juego. Esto permite escuchar los zumbidos de esas raquetas que, a toda velocidad, se encuentran en el volante que desaparece. tus ojos del rápido que va. Silencio absoluto hasta que Marín celebró su cumpleaños y se encaminó hacia el inicio del choque y ponerse con dos puntos llegó (7-5) al marcador antes de que Japón, zurda como ella, diezmara el mundo. En el minidescanso del partido, la distancia es de cuatro puntos y se desatan los “Ale, Carolina, ale, ale” y el “A por ella, oe”. En un deporte asiático, el onubense despertó las pasiones españolas y la afición respondió acompañando todos sus éxitos. Mucho más firme que en la parte anterior, Marín lidera con soltura y mano de hierro. Tu raqueta suena como un latigazo cuando reconoces ese escortzo de tu cuerpo imposible de responder si no quieres deshacerte de todos los huesos. Valentía y contundencia, sin descanso del nerviosismo ni medios para esta vara maltratada que se ve obligada a presentarse en Tokio, ni siquiera que quiere lanzarse al sol con un paso de los dos metros hechos de rojo para coger un rastro de Japón que queda definitivo. No es como si estuvieras en la escuela, espadachines en lugar de jugadores de bádminton, aunque Marín levantó la raqueta como una flor, se usó varias veces, mató a la mayoría, abrió la distancia en 16-10 después de un punto. con 26 intercambios. En apenas unos minutos resuelve el primer set, y no cambia la sonrisa al inicio del segundo partido, con un 4-0 parcial porque tiene un punto y una velocidad media superior a la de su rival. Ambas zancadas están en números rojos, y responden a un parpadeo si cruzas el aire desde abajo. Somos amigos de Fernando Rivas desde el colegio, quien de ella aprendió las reglas y trucos del bádminton, y sus propias acciones, concentrados al máximo y con conversaciones internas y externas positivas. “Vamos, vamos, vamos, así, así”. No hay entrada en nuestros aviones, ni nervios, ni desánimo, ni posibilidad de escapar de la semifinal. En tiempo de prensa es un jugador 8-4 porque la sensación es que todo el control de Carolina, que sorprende al staff con un jugador para cambiar el efecto y dirección del volante que ya está clavado a Ohori, se anuncia porque no encontrar ira en su rival. Marín es una fortaleza mental y física que no se debe conceder ni un error, 11-5 en el minidescanso y todas las sensaciones están alerta para abarcar una pista que cada vez se le hace más pequeña en Japón. No hay obstáculo para Ohori, que se encamina hacia el 11-9 y no le prueba nada al español. Cambia de volante, a la palabra del juez de silla surgió, apenas fue secuenciado el tema. Respirar. Y el recurso funciona porque ves Saccar el Colmillo, intercambio ya tan cerca de la red qui sorpresa qui pasen sin rozar ni siquiera la cinta, y cambia de dirección para superar el atasco: 15-9. Palmas españolas para celebrar lo que pasa muy cerca de las medallas. Él también es japonés, tiene un nuevo shock con los reflejos de Marín y su capacidad para crear al mayor número de personas. Haciéndolo correr, pretende coger la roja, pero esto no es posible cuando el español se encuentra en ese estado de concentración absoluta, que parece tocar el volante un segundo antes de que su rival esté allí para hacerlo. En una última parada, Marín se convierte hoy en el más grande. Sacudió el volante como si fuera a quitárselo y lo podía ver en la cintura con los brazos alrededor de la cintura cuando el golpe de Ohori se alejó. Este Eres tu. Por el trono olímpico.

By Perla Acosta

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